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Dracaena surculosa


Drácena manchada


Este género de plantas que representa a las Dracaena incluye especies que están muy relacionadas con las Cordyline.

Procede de las regiones del África tropical.

Es una planta de condición perenne, provista de hojas anchas, de forma lanceolada, que crecen opuestas en un número variable de tres o cuatro, insertadas directamente en los numerosos tallos delgados y fibrosos.

Las hojas son ovaladas estrechándose hacia la punta, de color verde oscuro con manchas redondeadas e irregulares de color verde luminoso o crema amarillento.

Dependiendo de la variedad se encuentran tipos de plantas con diferente tonalidades, además de tener una mayor o menor cantidad de moteado.

Es una hermosa planta ornamental, más delicada mientras se encuentra en su fase principiante y mucho más robusta una vez alcanza la madurez, momento en el que apenas requerirá de cuidados especiales.

En su ciclo joven puede permanecer sin complicaciones en una maceta, ya crecida se convierte en un arbusto vigoroso capaz de superar los 2 m de altura.

Es perfecta para progresar en interior ofreciéndole un emplazamiento con luz abundante y alejada de ambientes cargados de calor y humos.

En el exterior evolucionará de forma adecuada principalmente en regiones de climas cálidos y en áreas de semi-sombra o ligeramente sombría.

Cuanto más vivo sea el color variegado de las hojas más claridad necesitarán para que no pierdan su intensidad.

La luz debe ser abundante, con luz pobre tiende a deshojarse, no obstante hay que evitar el sol directo cuando sea intenso.

Requiere una humedad ambiental alta, utilizando todos los métodos posibles para incrementarla.

De hecho, es una planta totalmente idónea para terrazas de galerías cerradas, dado que por lo general están colmadas por una gran abundancia de luz y resguardadas de cambios bruscos de temperaturas y donde se le puede prestar una atención más cercana.

El sustrato ha de ser más ligero y poroso que en otras especies del género, utilizando el abono en dosis pequeñas y bien diluidas.

La tierra nunca debe compactarse; si las hojas comienzan a caerse hay que sospechar que el riego no se está realizando de forma adecuada, tanto por escasez como por exceso.


Cuando esto suceda, hay que reducir o aumentar la cantidad de agua según se requiera hasta que las cosas se enderecen por sí mismas.

No es común la floración en interiores; ésta se produce en largas inflorescencias de pequeñas flores blanquecinas que desprenden un agradable perfume.

El suelo hay que regarlo de forma que se mantenga uniformemente húmedo sin llegar a encharcarlo, prefiere gozar de situaciones húmedas y frescas.

Puede proporcionársele un fertilizante soluble suave cada tres semanas durante el periodo de crecimiento.

Las hojas conservarán su brillo natural mediante una limpieza periódica para eliminarle el polvo acunulado.

Se multiplica por esquejes de punta de tallo, éstos son delicados ya que requieren de temperaturas muy altas para arraigar; la fórmula más fácil para reproducir esta Drácena resulta de la división de la mata a finales de la primavera.

La mezcla debe estar compuesta de turba y arena, hay que mantenerla apenas húmeda para que los esquejes no se pudran.
No es necesario cubrirlos, pero sí mantenerlos en un lugar cálido.




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